
"¿Para qué quiero un Renault si me puedo permitir un Mercedes?".
Frase lapidaria recitada por Lopera momentos después de cambiar al "Renault" Juande Ramos por el "Mercedes" Victor Fernández. 5 títulos después (y un sexto en camino: ya está el Tottenham en la final de la Curling Cup) aquella enésima prepotente frase del mandamás bético queda ahora tan ridícula como chulesca y poco elegante fue en su día. Una más a la amplia hemeroteca Loperística.
Quizás sea una postura cómoda con la ventaja del tiempo, pero no es menos cierto que en este complicado mundo del futbol hay una máxima como en casi todas las áreas de la vida: "Lo que funciona no lo toques". Un entrenador que sitúa en UEFA a un equipo recien ascendido cargado de canteranos parece el ideal sobre el que construir un futuro próspero. Al menos, lo mínimo que se podía pedir era un poco de elegancia, puesto que la vida da muchas vueltas y reparte bofetadas a mano abierta, pero hubiera sido pedir peras al olmo.
Es curioso comprobar como los entrenadores que han triunfado últimamente en este caótico club (Serra Ferrer y Juande Ramos) son precisamentes los únicos que han salido por la puerta de atrás, vilipendiados y despreciados. Antes y después de ellos han desfilado entrenadores "honradísimos", "grandes profesionales" y "enormes trabajadores" que no aportaron ningún crecimiento a la institución, pero que cumplieron el objetivo deseado desde la dirección: entrenar y no implicarse ni cuestionar lo más mínimo el sistema establecido. En camino venía un tercero, Marcelino, pero Lopera supo atajarlo a tiempo y ahora lo disfrutan otros..
Así nos va.
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