viernes, 5 de diciembre de 2008

Deportes.Humor
Adiós, futbol, adiós

Por si no fuera bastante ser bético en tiempos de Lopera, sufriendo una entidad arcaica, un estadio “goteroso” a medio hacer, unos medios de comunicación oficiales en blanco y negro, asambleas de tebeo, ruedas de prensa “de vena en cuello”, personajes queridos e históricos que salen por la puerta de atrás, ser noticia a cuenta de la guasa a nivel nacional, ventas fantasmas, presidentes de paja, bustos portátiles, los dichosos 43 puntos con 40.000 socios, “criaturitas”, “mevoys” y “mequedos”, llaves del corte inglés, batallitas del año 92, etc., etc., etc...

Por si esto no fuera poco, sufrir también una RFEF bananera con un presidente mafioso grapado a su poltrona, que reinventa la justicia deportiva a golpe de cacicada chulesca, que maneja, quita y pone a su antojo árbitros que son bajados y subidos de categoría en base a todo menos a criterios deportivos, que para rizar el rizo ha sido apoyado en casi la totalidad de su mandato por Lopera, que a cambio solo ha recogido cierres y sanciones de tarjetas no levantadas. Una RFEF que controla a una LFP integrada por clubes que solo gritan y patalean individualmente cuando les meten el dedo en el ojo, haciendo discursos demagógicos de cara a sus aficionados, pero que no tienen nada que decir ni que hacer cuando toca decidir en asambleas y similares.

Por si no fuera suficiente ahora resuenan ecos de estafa deportiva en una liga donde se comercia con los resultados como quien compra cuarto y mitad de choped en el supermercado de la esquina. Y todo el ruido que se está formando a cuenta de esto basado en declaraciones que ahora se niegan (¿Cómo negar lo dicho, grabado y publicado?) y en disputas entre quienes dijeron y quienes grabaron, la legalidad de las grabaciones, obviando lo realmente importante del asunto y es que ha quedado claro y meridiano que la liga está adulterada, que se compran partidos, que hay golfos que ponen la mano y no meten el pie y que el del “furbo”, el eterno Villar, todavía no ha dicho nada ni se le espera.

Después de todo esto ¿qué debe pensar el aficionado de a pie? ¿Qué queda? Quedan ganas de mandarlos a todos a hacer puñetas y hacerse socio de algún tranquilo y honrado club de petanca, diciendo "Adiós, futbol, adiós".

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